En este post vamos a hablar de los conceptos de campo de fuerzas y campo de luchas y los vincularemos a otros conceptos que ya hemos ido comentando en el curso.
Comenzamos recordando el esquema del + – que es la caracterización que Bourdieu hace del espacio campo: como veíamos en el podcast anterior, las posiciones se han apropiado de diferentes porciones o cuantías de capitales globales existentes en el campo y eso les permite disponer de mayores o menores accesos a los recursos sociales. Como dice Bourdieu:
“… el espacio social es comparable al espacio físico, que se reconstruye como una carta geográfica sobre la base de principios de diferenciación o de distribución y orientada con un polo positivo y un polo negativo, en el cual los individuos están situados en un lugar determinado por su posición dentro de la distribución de recursos sociales”.
Y sigue diciendo Bourdieu:
“Los individuos pertenecientes a diferentes regiones de este espacio están separados por distancias más o menos mayores pero pueden también operar al interior de este espacio desplazamientos que no se efectúan de cualquier modo y exigen esfuerzos y, de forma general, tiempo”.
Estas distancias que separan a los agentes actores se traducen entonces en una distribución desigual de recursos y eso tiene efectos directos en cuanto al bienestar de las personas, la satisfacción de sus necesidades (primarias o secundarias) y, por ejemplo, la forma como se concretan los derechos formales consagrados por las leyes y sus consecuencias en relación a la salud, al acceso a la educación, a la vivienda, al trabajo, etc.
¿Cómo se sostiene esta situación de desigualdad de los espacios sociales? Para explicarlo Bourdieu utiliza las nociones de campo de fuerzas y campo de luchas que operan en todo espacio/campo.
El campo de fuerzas se produce por la manera como están relacionadas las posiciones: dominación, subordinación, homología, etc. que nosotros caracterizamos como “no relación”. Estas formas diversas de relacionarse las posiciones es básicamente lo que mantiene esa distribución desigual de capitales y recursos.
El campo de fuerzas es el resultado del carácter estructurado y estructurante del habitus. Estructurado quiere decir que el habitus incorpora en nosotros la estructura social, nos hace incorporar nuestra posición y también el conocimiento y reconocimiento de las demás posiciones del espacio campo: quiénes somos, quiénes son los otros y cómo debemos relacionarnos.
Y el habitus es estructurante significa que al llevar a cabo prácticas con otros lo haremos desde nuestra posición, a través del conocimiento y reconocimiento del espacio/campo, y relacionándonos consiguientemente con las otras posiciones en dominación, subordinación, homología, etc., según el habitus nos lo haya hecho incorporar.
Pero todo y su persistencia, este campo de fuerza se ve alterado y hasta modificado por el campo de luchas.
Dice Bourdieu:
“campo de fuerzas actuales y potenciales, el campo es también un campo de luchas por la conservación o la transformación de la configuración de sus fuerzas”.
Continúa diciendo:
“el campo, en tanto que estructura de relaciones objetivas entre posiciones de fuerza, sostiene y orienta las estrategias por las cuales los ocupantes de esas posiciones buscan, individual o colectivamente, salvaguardar o mejorar su posición e imponer el principio de jerarquización más favorable a sus propios productos”.
Dicho de otro modo, buscan colectivamente mantener las cuantías de sus capitales y sus privilegios o buscan colectivamente avanzar y mejorar las cuantías de sus capitales y mejorar para sí la distribución de los recursos sociales. Y lo que es importante, que señala Bourdieu: “las estrategias de los agentes dependen de su posición en el campo, es decir en la distribución del capital específico, y de la percepción que tienen del campo”. Y esto nos tiene que hacer considerar la diversidad de capitales y cómo inciden unos capitales en otros o cómo unos capitales pueden tener más efectos que otros en esas estrategias.
Vemos como hacemos habitualmente, un ejemplo de tipo visual.
La foto de las fuentes segregadas para personas negras y personas blancas es una representación del campo de fuerzas. Esa situación está reflejando el mapa de +- y se sostiene como un efecto de campo de fuerzas que procede de la historia del esclavismo en los Estados Unidos. En algunos estados de la Unión se mantuvieron legislaciones segregacionistas muchas décadas después de la abolición de la esclavitud. Se fue dibujando así el mapa del +- en el cual las posiciones se definieron principalmente por la coloración de la piel, situando a las personas negras en las posiciones dominadas o subordinadas y, viceversa, a las personas blancas, en las posiciones dominantes.
Esta definición de las posiciones es lo que llamamos los “derechos/deberes” de las posiciones: qué puedo/a qué estoy obligado… Y son estas definiciones de las posiciones así como la forma de relación entre ellas, las que alimentan en paralelo la acumulación desigual de capitales (de todos los tipos) y su consiguiente apropiación desigual de recursos sociales: empleos vedados, zonas de las ciudades no accesibles para personas negras, centros educativos no permitidos, el acceso a la salud, la participación política… Como casos particulares, los conocidos asientos para personas negras y para personas blancas en los autobuses.
Tomamos como fuente del relato que viene a continuación una página de Unicef titulada “Rosa Parks: Un asiento reservado a los derechos humanos”.
En este campo de fuerzas, “el 1 de diciembre de 1955, en Montgomery (Estado de Alabama, EE.UU.) volvía Rosa Parks de su trabajo como costurera de unos grandes almacenes. Al subir al autobús tomó asiento en la parte trasera, en los lugares permitidos para ciudadanos considerados de color”. Se refleja en este hecho la definición de las posiciones, en este caso por el color de la piel y su situación en el +- y un modo de relación entre las posiciones.
“A medida que el autobús recorría su ruta, comenzaron a faltar asientos y viajaban personas de pie. Fue entonces cuando el conductor paró el autobús para pedir a tres mujeres negras que se levantaran”. Vuelven a aparecer las definiciones de las posiciones: sus “derechos y deberes”: qué pueden y a qué están obligadas: en este caso las personas negras están obligadas también a ceder sus asientos a las personas blancas que vayan de pie.
“Rosa Parks se negó a hacerlo, y no lo hizo ni cuando el conductor amenazó con denunciarla”. (Comienza aquí a manifestarse el campo de luchas). “Finalmente Rosa Parks fue arrestada, enjuiciada y condenada por transgredir el ordenamiento municipal. Rosa Parks pertenecía a una asociación a favor de los derechos civiles de los afroamericanos. Sus compañeros comenzaron una protesta poco después de que fuera arrestada. El mensaje radiofónico anunciando la protesta decía:
“Estamos pidiendo a todos los negros que no suban a los autobuses el lunes, en protesta por el arresto y el juicio. Puedes faltar a clase un día. Si trabajas, coge un taxi o camina. Pero por favor: que ni los niños ni los mayores cojan ningún autobús el lunes. Por favor, permaneced fuera de los autobuses el lunes.”
Aparecen así revelados los capitales que los agentes utilizan en sus estrategias: en el caso de las posiciones dominantes, las personas blancas, intentan utilizar el habitus para reclamar un comportamiento por parte de las personas negras. Al ver que no resulta, utilizan otros capitales o privilegios, como es el manejo de las instituciones en la aplicación de la ley discriminatoria. Pero el conflicto trasciende la situación concreta: Rosa Park, que con su acción ha cuestionado el habitus, comienza a movilizar un capital social (su pertenencia a la asociación a favor de los derechos civiles) y esa movilización del capital social multiplica la fuerza de su acción. Es el campo de luchas manifestándose y alterando la estabilidad del campo de fuerzas. Hay un cuestionamiento del habitus, como decíamos: “Rosa Park dijo tiempo después que no se levantó “porque estaba cansada”, pero no se refería a cansancio físico: como muchas otras personas en su situación estaba cansada de ser tratada como una ciudadana de segunda”. Claramente en esta expresión está revelando la ruptura de la violencia simbólica con que se incorpora el habitus: el mundo que nos rodea, la lógica del campo social se cuestiona, se rompe su naturalización.
Resulta interesante señalar que inicialmente la reclamación de la protesta no era que se dejara de diferenciar entre negros y blancos, sino que la línea divisoria entre las dos secciones del autobús sea fija y que las personas negras no tuvieran que ceder sus asientos.
Pero al no obtener respuesta, “la protesta del “lunes” continuó y duró más de un año: durante 381 días, la población negra de la ciudad de Montgomery se negó a subir a ningún autobús. El boicot a la compañía de transportes implicó a unas 42.000 personas, que suponían el 70% de los usuarios de los autobuses”. La movilización del capital social y el cuestionamiento y cambio en el capital cultural incorporado, el habitus, comienza a afectar el capital económico de las posiciones privilegiadas.
“Las autoridades creyeron que, siendo ciudadanos pobres con grandes familias que tenían que desplazarse grandes distancias para ir a trabajar, la protesta no duraría mucho. Pero los ciudadanos se unieron masivamente a la protesta pacífica y encontraron alternativas de transporte: taxis, camionetas, coches particulares compartidos, bicicletas, o simplemente, andar varios kilómetros todos los días. El boicot fue un éxito: los taxistas negros ofrecían viajes por el mismo precio que el autobús, la gente utilizaba bicicletas y compartía transportes”.
Nuevamente vemos como el efecto del capital cultural y del capital social, en forma de movilización y de solidaridad, tiene también una incidencia en el capital económico: en este caso permitiendo que las familias pudieran afrontar el traslado a sus trabajos y escuelas sin tener que gastar más dinero del que les suponía el uso de los autobuses.
Pero como es un campo de luchas, desde las posiciones privilegiadas, las de las personas blancas, se producen acciones de reacción. Como señala el relato de la página de Unicef: “Las dimensiones (de las protestas) fueron tales que la oposición blanca comenzó a buscar cabezas de turco, el sistema de transporte público empezó a perder pie y ardieron casas de los instigadores del boicot e iglesias Bautistas negras”.
Y como resultado de estas luchas, la ley cambió: “en noviembre de 1956, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaraba inconstitucional la segregación racial en los autobuses. La orden del Tribunal Supremo llegó a Montgomery el 20 de diciembre. El 21, la población que había sido segregada volvió a subir a los autobuses, solo que ahora podían sentarse donde quisieran”. Vemos entonces cómo el campo de fuerza se renueva con ganancias para unas posiciones y pérdidas de privilegios o de porciones de recursos sociales para otras.
Pero las luchas del campo no se detienen y continuarán su curso en nuevos episodios emergentes como la marcha sobre Washington por los derechos civiles de 1963 con el famoso discurso “I have a dream” de Martin Luther King.